El restaurante Kaliskka, de Paco García, se encuentra ubicado en el corazón de la ciudad de Baza. Su cocina resulta vanguardista y rompedora, buscando en todo momento el placer sensorial.

Cuando uno se enfrenta al diseño de un restaurante es capital en primer lugar conocer de primera mano el tipo de gastronomía que va a ofertar. En el caso del restaurante Kaliskka, estamos hablando de un concepto gastronómico valiente y vanguardista, que rompe con los estereotipos.

Teniendo en cuenta estas premisas, enseguida entendimos que todo pasaba por transformar un elemento icónico y crucial en la restauración tradicional: la cocina, ese espacio laboral cargado de vitalidad, que hasta la fecha siempre había estado escondido, como cerrado a cal y canto a los demás.

A partir de ahí tomamos dos decisiones; primero colocar la cocina en medio de todo, en el corazón del local, dándole la importancia que tiene dentro de una actividad como la restauración; y segundo, y más relevante, crear un revestimiento acorde a su importancia, desnuda de cintura para arriba, para que todo el mundo pudiese ver en cualquier momento lo que se cocía dentro, y con un traje de gala de cintura para abajo, para que observarla desde fuera formara parte de la experiencia.

Para vestirla, se diseñó un traje cerámico hecho a medida con piezas hexagonales únicas de Decus, hechos con el bizcocho de Pavimbe, de 15×17 cm, escogidas a conciencia y de manera milimétrica, que nos dieron las dimensiones exactas a las que tuvo que ajustarse la cocina y el mobiliario de ésta. Se eligieron piezas en tonalidades doradas, marrones, beiges y blancas; en brillo y con relieve, para que el revestimiento se convirtiera en una piel viva y en movimiento, que ondulaba dependiendo de la luminosidad y los reflejos de la luz.

Para que este efecto fuera mayor se dispusieron las piezas formando un degradado que sigue una secuencia. Primero se colocaron las piezas más brillantes y llamativas a la entrada para aprovechar la luz natural del escaparate. A continuación, las piezas más claras para ganar en amplitud y luminosidad en la parte central y más estrecha del restaurante. Y para terminar, colocamos los hexágonos dorados y oscuros para dotar de color la parte más íntima del salón. Contrastando en todo su recorrido con el pavimento gran formato (150 x 75 cm) Uptown de Keraben.

Por último, para que este traje fuese todavía más espectacular, quisimos que diese la sensación de que la cocina flotaba dentro del espacio, para ello, dispusimos líneas de luz en las partes inferiores, laterales y superiores de todo el conjunto.

Con todo ello conseguimos que la cocina fuese el centro de todas las miradas, la absoluta protagonista en un restaurante que cuida al máximo los detalles.

El resultado del diseño es una cocina un tanto contracultural, desnuda de cintura para arriba, para que todo el mundo vea el trajín y la creatividad de los cocineros, y vestida de gala de cintura para abajo, con un traje hecho para la ocasión, para que continente y contenido se conviertan en un placer sensorial.

PLANOS