La idea principal fue aprovechar al máximo el hábitat, para que la familia que reside en este piso hiciese vida en común de una manera accesible y cálida. Para ello se eliminaron espacios inservibles de la antigua vivienda, tales como el recibidor, una antigua cocina herméticamente cerrada y alguna que otra estancia más propia de otra época que de la actualidad.
Con esta supresión, entraron nuevos espacios en juego, lo que nos permitía al ser un piso de noventa metros cuadrados ganar en amplitud, luz y sobre todo diafanidad.
La reestructuración y reforma de este piso nos ha permitido por ejemplo disfrutar ahora de una cocina abierta que se fusiona con el espacio del salón, además de ganar otros espacios como un nuevo cuarto de baño y un vestidor, dos sitios muy útiles y funcionales al estar viviendo en este piso una familia de cuatro personas.
Además de esta redistribución de los espacios, lo que se hizo también fue adecuarla energéticamente para que el ahorro energético fuese también una prioridad. Lo que se hizo en este sentido fue un aislamiento de las paredes y las ventanas.
El resultado es un piso muy luminoso, abierto y confortable.